América Latina y el Caribe enfrenta grandes desafíos relacionados con la expansión de la cobertura y la mejora de la calidad de servicios energéticos claves como el gas natural y la electricidad; la diversificación de la matriz energética; la explotación sostenible de las fuentes energéticas, tanto renovables como no renovables; el incremento de la eficiencia energética y el impulso a la integración energética regional.
El uso de energía en los países de en América Latina y el Caribe (ALC) viene creciendo. Entre 1994 y 2012, el consumo de energía primaria y secundaria[1] creció 48% y 65% respectivamente, mientras que el consumo energético per cápita es hoy 12% más alto que hace 25 años. Se vaticina que el consumo per cápita de energía continúe creciendo en la región en las próximas décadas de la mano de un mayor crecimiento económico y menores índices de pobreza.
Los recursos energéticos en ALC son abundantes. La región en su conjunto cuenta con un gran potencial hidroeléctrico, es exportadora neta de gas natural y petróleo y posee una capacidad creciente de producción de energías renovables como biomasa, energía eólica, energía solar y biocombustibles. Sin embargo, esta riqueza no está distribuida de manera uniforme a lo largo y ancho del territorio. Además, se estima que el potencial de energía renovable en ALC alcanzaría para cubrir unas 22 veces las necesidades eléctricas proyectadas hacia el año 2050 para la región, lo cual ofrece una oportunidad única para incrementar el intercambio intrarregional de energía que compense la distribución desigualitaria en la región. Muchos países, en especial los más pequeños, son altamente dependientes de las importaciones de combustibles y más de 30 millones de personas no tienen acceso a servicios energéticos modernos. Además, un alto porcentaje de la matriz energética de los países de la región depende de hidrocarburos: en un 40% de petróleo y derivados y en un 30% de gas natural (año 2010-2012). En el mismo período, las energías renovables explican sólo pequeños porcentajes relativos: 14% biomasa, 8% hidroenergía y 3% otras renovables.
Frente a una mayor demanda de energía, la respuesta inmediata de los gobiernos ha sido continuar invirtiendo y profundizando las capacidades para su producción dentro del sistema de provisión ya existente; por ejemplo, mediante una mayor exploración en búsqueda de nuevas reservas de petróleo y gas no convencional. Sin embargo, cuanto más compromiso haya en la región con la producción de energías tradicionales, más costosa será la reconversión de la matriz energética que, por otro lado, puede resultar obligatoria por motivos de regulación internacional y necesaria en un futuro no muy lejano. A su vez, junto con las regulaciones e instituciones internacionales, la demanda está cambiando también, orientándose incipientemente, hacia patrones más sostenibles.
De cara a este escenario, se presentan alternativas energéticas conocidas como la energía eólica, la fotovoltaica y la geotermia, entre otras. Los expertos indican que, actualmente, la primera es la que registra mayor nivel de desarrollo y tiene las mejores perspectivas en ALC, ya que ofrece la mejor relación costo-beneficio y es una técnica muy avanzada en lo que se refiere a su desarrollo tecnológico. La energía eólica ya se ha difundido en México, donde las empresas españolas han desempeñado un importante papel, mientras que Argentina y Brasil son importantes mercados para el desarrollo de la energía generada a partir del viento. En Costa Rica, la empresa alemana Juwi construyó la Planta Eólica de Guanacaste con 55 aerogeneradores, uno de los mayores parques eólicos de la región. El éxito ha sido tan rotundo que ya se está planeando una segunda planta.
30 millones de personas aún sin acceso a servicios energéticos modernos
El consumo energético per cápita es hoy 12% mayor que hace 25 años
Las necesidades eléctricas al 2050 podrían cubrirse por 22 veces con energías renovables
El potencial de expansión es promisorio y la capacidad de oferta se está fortaleciendo. Entre 2004 y 2013, la participación de los países en desarrollo en nuevas inversiones en energías renovables a nivel mundial creció del 20% al 43%. América Latina, excluyendo Brasil, representa el 6% de estas nuevas inversiones, mientras que Brasil por su cuenta explica el 1%.
A pesar de los avances logrados por la región en la materia, resulta necesario evaluar las estrategias implementadas en su conjunto, ya que las energías renovables suelen enfrentar importantes barreras a su implementación. Fundamentalmente, altos costos de equipo; restricciones a la importación de tecnologías y la competencia de subsidios a los combustibles fósiles tradicionales. Adicionalmente, estas políticas pueden representar trabas al avance de negociaciones comerciales relacionadas con el cambio climático y el desarrollo sostenible, que involucran a las energías renovables. Frente a esto, una organización sin fines de lucro suiza, el International Centre for Trade and Sustainable Development (ICTSD), propone crear un Acuerdo Comercial de Energía Sostenible (SETA, por sus siglas en inglés), que posibilite el progreso de las políticas comerciales en el proceso de mitigación del cambio climático y que, al mismo tiempo, aumente la provisión de energía en base a alternativas renovables. El SETA incluiría normas específicas que clarifiquen, aumenten o disminuyan las obligaciones energéticas del Acuerdo sobre subvenciones y medidas compensatorias (SMC) de la OMC y que ofrecería también una clasificación detallada respecto de la generación, producción y suministro de equipos y servicios de energía limpia sujetos a normas sobre subsidios. Adicionalmente, ampliaría los tipos de subsidios prohibidos bajo el Acuerdo SMC y le otorgaría inmunidad a ciertos tipos de subsidios asociados a las energías limpias.
[1] La energía primaria es toda fuente de energía disponible en la naturaleza: gas natural, petróleo, saltos de agua, carbón mineral, vientos, luz solar, biomasa, energía geotérmica. La energía secundaria proviene de la transformación, mediante algún proceso físico o químico, de energía primaria en electricidad, calor y/o combustibles.