Si se lo mide en términos de valor agregado, el sector servicios representa 45% del comercio mundial, en lugar del 20% que surge de considerar las estimaciones tradicionales basadas en exportaciones e importaciones brutas. A su vez, los servicios representan entre 25% y 35% de las exportaciones manufactureras en un gran número de países. Esto muestra la necesidad de repensar dónde se genera el valor agregado en la economía moderna, de modo de llegar no solamente a conclusiones analíticas certeras, sino también a estrategias de política efectivas para los objetivos del desarrollo económico.
Los servicios representan alrededor de un quinto de las exportaciones mundiales. Esa proporción, que no ha fluctuado demasiado en los últimos años, toma en cuenta las exportaciones “brutas”, es decir, incluye un doble registro de los bienes y servicios intermedios que son producidos en un país y luego procesados en otra localización, que es a su vez una plataforma de exportación hacia terceras naciones.
A modo de ejemplo, si en México se ensamblan autos con autopartes chinas y esos autos son luego exportados a Estados Unidos, las cifras del comercio global de la cadena automotriz contarán dos veces el valor de esas autopartes, primero como ventas de China a México, y luego como parte de los envíos de autos mexicanos al mercado estadounidense.
Si bien esas medidas tradicionales son útiles para muchos fines, no son muy ilustrativas si se pretende saber dónde se genera el valor agregado contenido en las exportaciones. Esto ha llevado a proponer medidas alternativas para conocer justamente la magnitud de las corrientes de comercio medidas en valor agregado. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) han desarrollado conjuntamente una base de datos (TIVA) que ofrece ese tipo de estimaciones, buscando desagregar las corrientes de comercio en sus distintos componentes y utilizando para ese fin información de las matrices insumo-producto.
¿Qué resultados se obtienen con ese procedimiento? El peso de los servicios en el comercio global, medido en términos de valor agregado, alcanza alrededor del 45% y supera al intercambio de manufacturas. En países como Estados Unidos, Francia o Alemania ese número es ya cercano o incluso mayor al 60%. Estas cifras no deberían sorprender si se tiene en cuenta que una parte importante de las actividades que se desarrollan en cualquier cadena de valor son servicios asociados a las tareas de transporte y logística, distribución y ventas, marketing y financiación, entre otras. Este fenómeno, a su vez, tiene enormes implicancias en términos analíticos y de política pública.
La creciente fragmentación de los procesos productivos y el progresivo pasaje hacia el llamado comercio de tareas también dan lugar a cambios estructurales en la organización de los intercambios globales [1]. Uno de esos cambios es el acelerado desarrollo de un sector especializado en prestar servicios intensivos en conocimiento [2] que abastece a toda la estructura productiva en áreas tales como diseño, investigación y desarrollo, contabilidad y administración, asesoramiento legal y financiero, ingeniería y análisis de mercado, entre otras.
A su vez, dentro del valor de un bien, el peso de los servicios es cada vez mayor. Cuando adquirimos un smartphone, por ejemplo, consideramos para nuestra compra factores tales como la confiabilidad y la calidad de los componentes, pero también ocupan un rol crucial las prestaciones que ese teléfono nos puede dar, es decir los servicios a los cuales podemos acceder. Más aún, la base del extraordinario dinamismo de ese mercado es que esos aparatos nos sirven para mucho más que para hablar por teléfono, y ello gracias al desarrollo de nuevas formas de conectividad, nuevos programas de software, nuevos contenidos audiovisuales, y otras innovaciones generadas por el sector servicios. En consecuencia, una parte sustancial del valor agregado de un producto consiste en servicios que requieren el empleo de personal de alto nivel de calificación.
Tal como se observa en la visualización adjunta, el valor agregado por el sector servicios representa entre 25% y 35% de las exportaciones manufactureras brutas en distintos países, tanto desarrollados como en desarrollo, incluyendo el grupo de naciones latinoamericanas para las que existen datos [3] y las asiáticas. Esto implica que se trata de un fenómeno global, cuyo peso ha ido creciendo gradualmente y seguramente lo seguirá haciendo a futuro.
En este escenario, es fundamental abordar las discusiones sobre estrategias de desarrollo e inserción internacional desde una perspectiva nueva, basada en las actuales dinámicas de la producción y el comercio globales, y empleando fuentes de información que nos permitan entender las complejidades del presente y los desafíos futuros.
[1] Véase visualización “Fábricas Sincronizadas”.
[2] Véase visualización “América Latina en el comercio de servicios basados en conocimiento.”
[3] Argentina, Brasil, Chile y México.