Si bien la región de América Latina y el Caribe exhibe una baja contribución al cambio climático; por sus características naturales, su especialización productiva -altamente dependiente de los recursos naturales- y su localización geográfica, se muestra sumamente vulnerable a las consecuencias negativas que el calentamiento global provoca. Precisamente por ello, se requieren acciones conjuntas y cooperación regional para enfrentar los desafíos que el cambio climático exige en materia de adaptación y mitigación.
El cambio climático impone sobre los países de América Latina el doble desafío de adaptarse a los impactos que no podrán ser evitados y contribuir al esfuerzo global de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
La región es altamente vulnerable a los impactos esperados del cambio climático por diversos motivos: posee una estructura productiva con alta incidencia de la agricultura (el sector más sensible al clima); contiene numerosos estados insulares y zonas costeras bajas; la región central está en gran parte localizada en la franja de huracanes; depende del deshielo andino para el suministro de agua en muchos sectores urbanos y agrícolas; y está expuesta a frecuentes inundaciones e incendios forestales. A medida que el cambio climático se intensifica, crece la probabilidad de que las consecuencias sean más graves y pongan en riesgo el alcance de los objetivos pautados de desarrollo económico, social y protección ambiental.
Según CEPAL (2010), los impactos esperados del cambio climático en la región se resumen de la siguiente manera:
- Intensificación de los procesos de degradación de tierras, desertificación y recrudecimiento de los incendios forestales.
- Retroceso de glaciares y cambios en los patrones de precipitación (se esperan incrementos promedio de entre 5% y 10%), en especial, en el Caribe.
- Aumento en el nivel del mar.
- Mayores inundaciones (por elevación del nivel del mar y por mayores lluvias).
- Aumento de la temperatura marina.
- Pérdidas de rendimientos agrícolas (como consecuencia de los aumentos de temperatura y cambios en los patrones de precipitación).
- Aumento en el número de eventos climáticos extremos, particularmente en el Caribe, Centroamérica y algunos países de América del Sur como consecuencia de los efectos de El Niño y La Niña.
- Pérdidas de biodiversidad, especialmente en regiones boscosas y tropicales.
- Propagación de los efectos de las olas de calor y de enfermedades y plagas.
Los países de América Latina y el Caribe contribuyen relativamente poco a las emisiones de GEI globales. En 2011 (últimos datos disponibles) registraron una participación de tan sólo 9,3% del total. En el acumulado desde 1850, su participación es aún menor (3,9%). Sin embargo, algunos países como Brasil y México se encuentran actualmente entre los principales 10 emisores mundiales y otros países, como Argentina, exhiben emisiones per cápitas mayores a las de algunos países desarrollados. Asimismo, la región muestra una tendencia creciente en sus emisiones absolutas, consistente con los patrones también crecientes en materia de consumo y producción de energía y las aún altas tasas de deforestación.
La respuesta a los desafíos que plantea el cambio climático requiere de la cooperación regional, tanto para comprender las implicancias del fenómeno sobre el desarrollo regional sostenible como para evaluar cómo podría la región colaborar en los esfuerzos internacionales de mitigación.
1850-2011
1850-2011
1850-2011
Se precisa de la acción colectiva y la cooperación regional para:
- Superar la concepción actual donde los países de la región compiten por la atención y el financiamiento de los países desarrollados en materia climática. El desarrollo de acciones que contemplen la implementación de medidas de mitigación similares en todos los países de la región (por ejemplo, una estrategia compartida de fomento a las energías renovables) podría atraer mayores recursos financieros que una negociación uno a uno;
- Reflexionar sobre estrategias de mitigación y adaptación conjuntas, para lo cual se precisa crear foros regionales para discutir y debatir problemáticas comunes y posibles soluciones;
- Identificar y aprovechar oportunidades “todos ganan” (o “win win”) en determinadas áreas y sectores, las cuales permitirían reducir las emisiones regionales de GEI y, a la vez, contribuir a aspectos clave del desarrollo sostenible local y regional. Se trata de identificar acciones que contribuirían al desarrollo de la región en cualquier escenario climático o económico porque tienen potencial para generar beneficios colaterales importantes (reducción de la pobreza, creación de empleo, seguridad alimentaria, protección ambiental) y que, además, son consistentes con una trayectoria más baja en emisiones. Estas medidas están relacionadas en la región fundamentalmente con la eficiencia energética, las energías renovables, el transporte sostenible, el manejo integral de los residuos, las prácticas agrícolas sostenibles y la deforestación evitada. El gran desafío a nivel regional consiste en avanzar en la identificación y explotación de estas oportunidades, considerando que se trata de opciones con un potencial interés desde una perspectiva local pero que enfrentan barreras de implementación (financieras, de información, de incentivos, institucionales);
- Analizar sinergias entre adaptación y mitigación en sectores clave como agua, energía y agricultura-silvicultura;
- Desarrollar y calibrar adecuadamente modelos climáticos regionales y modelos integrados clima-economía que permitan traducir los impactos físicos esperados en costos económicos que sensibilicen más rápido tanto a decisores como a la población en general;
- Impulsar avances regionales en materia de desarrollos tecnológicos y difusión de información y buenas prácticas, como desarrollo de proyectos de I&D y proyectos piloto para evaluar, adaptar y aplicar tecnologías de interés común a escala local, desarrollo de variedades agrícolas adaptadas a las sequías o las inundaciones, tecnologías de aprovechamiento energético de biomasa, etc.
- Encarar de manera conjunta desafíos regulatorios comunes como el ordenamiento territorial.
Solo con la acción conjunta y la cooperación regional será posible hacerle frente a la amenaza global del cambio climático.