El turismo ha sido una de las actividades más dinámicas de la economía mundial en los últimos años. Su capacidad para generar divisas y empleo, vuelven al sector sumamente atractivo para las economías de la región. La demanda turística se ha expandido pero además se ha sofisticado a lo largo de las recientes décadas. En el Caribe, el turismo es la principal actividad económica. Uno de cada diez empleos en la subregión proviene del turismo, directa o indirectamente. Esta actividad requiere de políticas específicas de promoción, orientadas a sacar el máximo provecho del potencial y las oportunidades que la industria turística brinda, así como para enfrentar los desafíos ineludibles que su crecimiento impone.
El turismo ha sido una de las actividades más dinámicas de la economía mundial en los últimos años, destacándose por su capacidad de generar tanto divisas como empleos para los países desarrollados y en desarrollo. El Barómetro de la Organización Mundial de Turismo (UNWTO, por sus siglas en inglés) indica que en el año 2014 el número de turistas alcanzó la cifra de 1.138 millones de personas (un 4,7% más que en 2013). La dinámica interanual del movimiento internacional de turistas, aunque a tasas bajas, se sostiene positiva desde la crisis internacional de 2008, contribuyendo de esta manera a la recuperación de la economía mundial.
Ahora bien, tan solo el 16% del total de arribos internacionales en 2014 se recibieron en el hemisferio iberoamericano; de los cuales el 5,36% se dirigieron hacia América Central, Sudamérica y el Caribe (61 millones de turistas). En proporción a su territorio, el Caribe es la subregión más exitosa en la atracción de turistas. En 2014, recibió 22,5 millones de turistas, apenas un 6,5 millones menos que Suramérica, cuya extensión territorial la supera con creces en magnitud. Esta cifra representa un 2,0% de los flujos internacionales y un 36,8% de los recibidos por todo ALC.
Además de ser uno de los sectores que mayor dinamismo exhibe a nivel mundial y en el hemisferio iberoamericano en particular, otro de los beneficios que el turismo registra es su alto potencial para generar divisas. En 2014, las exportaciones mundiales por turismo internacional[1] se incrementaron en US$ 48 miles de millones, hasta alcanzar el récord de US$ 1.245 miles de millones; lo que se tradujo en un incremento de 3,7% de forma interanual. Adicionalmente, el turismo, también genera ganancias a través del transporte internacional de pasajeros. En 2014, dicha subcategoría generó ingresos por US$ 221 miles de millones, elevando así el total de los ingresos producidos por el sector turístico hasta US$ 1,5 billones. El hemisferio iberoamericano, recibió el 22% de estos ingresos, US$ 274 miles de millones.
La subregión del Caribe depende fuertemente de los ingreso de divisas generados por los servicios turísticos. En 2013, el turismo generó 17% del total de las exportaciones totales caribeñas. En muchos de los países caribeños, el turismo es su principal industria en términos de contribución al Producto Interno Bruto (PIB), la balanza comercial y empleo. Las estimaciones más recientes indican que el turismo representó en 2013 (considerando efectos directos e indirectos) alrededor del 12% del PIB y del 9% del empleo de la región (los efectos directos se estiman en 4,4% y 3,7%, respectivamente). A modo de comparación, en América Latina los impactos directos del turismo en el mismo año alcanzaron a 3,3% del PIB y 2,9% del empleo.
El turismo en el Caribe es un fenómeno que se inició en los años ‘60, y desde entonces, el sector ha experimentado un crecimiento constante. Entre los factores que incidieron en este proceso, se destacan la cercanía con Estados Unidos (EE.UU.), el desarrollo de rutas aéreas, el clima cálido, la hospitalidad de sus habitantes y las bellezas naturales que ofrecen sus costas. Según datos de la UNWTO, la mayor parte del turismo que recibe la región del Caribe proviene de los EE.UU. y Canadá, seguido de turistas europeos y luego de turistas de la propia región.
Otra forma de evidenciar la dependencia y penetración de la industria turística en el Caribe es comparando el número de turistas que arriban a un país por año, relativo a la población de dicho país. Para mencionar los casos más llamativos (véase visualización central), la cantidad de turistas que recibió Saint Maarten en el año 2012 fue diez veces más grande que su población (1.030%); la siguen las Islas Turcas y Caicos (922%), Aruba (883%), Islas Cayman (559%), Islas Vírgenes de Estados Unidos (551%) y Bahamas (382%). En América Latina, en cambio, la nación con mayor porcentaje de turistas en relación a la población fue Uruguay (80%), seguida de Costa Rica (49%).
2014
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Además de generar divisas y empleo de manera directa, el sector turismo puede generar otros efectos indirectos positivos sobre una cantidad de actividades vinculadas (encadenamientos), ya que la experiencia turística requiere la coordinación de diversos proveedores de bienes y servicios, entre los cuáles usualmente se encuentran un gran número de pequeñas y medianas empresas e incluso micro emprendimientos y organizaciones comunitarias (como en el caso del turismo rural). El impacto del turismo alcanza a un conjunto muy amplio de actividades, que van desde la provisión de servicios de gastronomía, hotelería o recreación hasta otros sectores como el comercio de bienes, la venta de productos regionales o de experiencias diversas, sumados los servicios de transporte.
Dada la relevancia del turismo en América Latina y el Caribe (ALC), es importante advertir a los líderes de la región sobre los cambios significativos, a escala global, que se han experimentado en los patrones de oferta y demanda turística. Entre los primeros sobresalen una creciente especialización de acuerdo a los intereses particulares de los clientes y la emergencia de nuevos canales de información y comercialización a través de internet, cambio tecnológico que transformó radicalmente la relación entre los prestadores de servicios y sus clientes. Del lado de la demanda cabe resaltar una mayor exigencia, sofisticación y conciencia de sus derechos por parte de los consumidores de servicios turísticos; la diversificación del origen geográfico de los turistas y la emergencia de novedosos nichos de mercado (turismo médico, turismo rural, turismo aventura, eco turismo, etc). Estos cambios en los patrones de consumo representan importantes desafíos para la región, ya que crean nuevas oportunidades para que muchos países se especialicen en nichos turísticos específicos, vinculados a su acervo cultural, natural o histórico. Varios países de ALC están sacando provecho de sus atributos particulares para sumarse a esta tendencia, como es el caso de Costa Rica que se erige como un destino ecológico popular.
La UNWTO estima que en 2030 se podría llegar a los 1.800 millones de arribos internacionales de turistas, más de la mitad de los cuales visitarán destinos en países en desarrollo. Así, el crecimiento de esta actividad presupone enormes desafíos hacia delante para la región. Se requieren mayores inversiones para sostener una demanda turística en ascenso y con preferencias diferenciadas y más exigentes.
En definitiva, existe un enorme potencial para aprovechar las oportunidades que brinda la industria del turismo en la región. Sin embargo, para que el impacto económico y social de la actividad crezca y sea incluso muy superior al actual, se hace evidente la necesidad de acompañar e incentivar el crecimiento del sector con políticas específicas orientadas a promover una mayor captación de los arribos internacionales en permanente crecimiento. Hacen falta estrategias de monitoreo de las tendencias en el mercado global; mayores esfuerzos técnicos para mejorar el acervo estadístico de la actividad en cada país y a nivel regional; más actividades de generación de información y asistencia al turista; ayuda financiera a los proveedores de servicios turísticos, en particular a las PYMES, para promover la expansión, mejora y diferenciación de la actual oferta de bienes y servicios asociados al turismo y una mejora sustancial integración física y logística de la región. En este campo, cobra suma urgencia generar acciones asociativas entre países que potencien los respectivos esfuerzos nacionales.
[1] Estos datos se refieren a la cuenta dedicada a ingresos por viajes del Balance de Pagos, donde se registran los gastos en alojamiento, alimentación, entretenimiento, compras y otros servicios, realizados por turistas no residentes de la economía que realiza las cuentas externas. Véase FMI (2009). Manual de Balanza de Pagos y Posición de Inversión Internacional, sexta edición (MBP6). Washington.