El comercio electrónico hoy forma parte de la vida cotidiana de muchas personas. Si bien la participación de América Latina en las ventas globales realizadas vía comercio electrónico es baja (entre 3 y 4%), este tipo de transacciones está creciendo rápidamente en la región. Las PyMEs son las firmas que enfrentan los mayores desafíos para poder insertarse en esta modalidad de comercio y es hacia ellas hacia donde deberían apuntar las políticas para promover la difusión del comercio electrónico.
El comercio electrónico se ha convertido en parte de la vida cotidiana de muchas personas. A medida que se fueron expandiendo las conexiones de alta velocidad y mejoraron los niveles de seguridad de las transacciones, el sector se fue desarrollando en un contexto de una mayor cantidad y variedad de bienes y servicios disponibles para ser adquiridos en línea.
Durante los últimos años el comercio electrónico ha crecido sostenidamente, tanto en el mundo desarrollado como en los países emergentes, primero impulsado por la expansión de internet de banda ancha y más recientemente por el despliegue de las conexiones móviles que permitieron que las transacciones puedan ser realizadas desde teléfonos móviles.
Desde el lado de la oferta, se observan dos cambios relevantes. Por un lado, los comercios “tradicionales” han incorporado modalidades online para que sus clientes tengan alternativas no presenciales de compra. Por otro, surgieron negocios dedicados enteramente a la venta electrónica, tales como Amazon, eBay, Booking o Alibaba, que se encuentran entre las plataformas más grandes de comercio electrónico del mundo. En América Latina también han surgido iniciativas semejantes que han sido altamente exitosas, como Despegar (turismo) o Mercado Libre (compra-venta online), entre otras.
En la visualización[1] que acompaña al presente texto es posible observar datos y proyecciones de penetración de comercio electrónico en América Latina, comparadas con las registradas a nivel global. Si bien la participación de la región en el comercio electrónico mundial es relativamente baja (entre 3 y 4%), el volumen de esas ventas está creciendo de manera muy rápida, pasando de USD 28 mil millones a USD 48 mil millones en apenas dos años (de 2011 a 2013). Las proyecciones indican que para 2017 ese volumen llegará a U$S 75 mil millones. A su vez, también crece la porción de usuarios de Internet que realizan compras electrónicas, la cual pasó de 28 a 33% en la región entre 2011 y 2013, y se estima alcanzará el 37% en 2017, no muy lejos del promedio mundial. Las principales categorías de compra son equipos electrónicos, teléfonos móviles, ropa y turismo. Si bien aún las computadoras tienen una presencia dominante como medio de compra, la proporción de usuarios que emplean teléfonos celulares y tablets es también elevada.
América Latina y el Caribe participan con apenas el 3% o 4% del comercio electrónico mundial pero el volumen de las ventas viene creciendo muy rápidamente
Las PyMEs son las que enfrentan las mayores dificultades para sumarse a esta tendencia, pero también tienen grandes beneficios potenciales
Uno de cada 3 usuarios de Internet en la región realiza compras electrónicas
El comercio electrónico no solo favorece a los consumidores (que ven ampliado el acceso a la información, disponen de mayores opciones de compra y ahorran tiempo) y a las empresas que desarrollan grandes plataformas de comercio electrónico, sino que también tiene el potencial de beneficiar a las pequeñas y medianas empresas (PyMEs). ¿Qué ventajas ofrece el comercio electrónico a estas firmas? Principalmente, les permite mejorar su acceso a mercados, pues se reduce la importancia de la presencia física y el rol de los intermediarios ante la posibilidad de comercializar sus productos desde la web.
Sin embargo, en general las PyMEs tienen mayores dificultades para vender electrónicamente: tienen un uso menor de las tecnologías de la información, presentan rezagos en materia de uso de personal calificado y métodos de gestión modernos y, en las regiones en desarrollo, usualmente enfrentan restricciones (tanto de calidad como de costos) en el acceso a conexiones de alta velocidad y no disponen de sistemas de pago en línea adecuados.
Dado que la marcha ascendente del comercio electrónico parece imparable y que son precisamente las empresas más pequeñas las que enfrentan las mayores dificultades para insertarse en esta nueva modalidad de comercio, es preciso que los países de la región trabajen en todos aquellos aspectos que hacen que sus empresas más pequeñas no puedan aprovechar de manera plena las grandes oportunidades que abre esta nueva forma de hacer negocios.
[1] Los datos exhibidos en la visualización son estimaciones realizadas por la consultora privada eMarketer que incluyen viajes, descargas digitales y boletos para eventos adquiridos a través de cualquier canal digital (incluyendo on-line, móvil y tablet) y excluyen los juegos de azar.