Aunque el intercambio dentro de los bloques de la región tenga una baja participación en el total de su comercio, la relevancia está dada por su composición, relativamente más concentrada en manufacturas que los envíos al resto del mundo.
En América Latina y el Caribe el comercio intrarregional representa alrededor de 16% del intercambio total. Sin embargo existen diferencias significativas entre los bloques de la región. En la Comunidad Andina el comercio con sus socios subregionales asciende a 10%, mientras que en el Mercado Común Centroamericano el ratio es de 22%. El MERCOSUR y la CARICOM muestran participaciones intermedias entre estos extremos de 15% y 19%, respectivamente.
Estos niveles pueden resultar bajos en comparación con otros bloques como la Unión Europea, donde el comercio intrarregional alcanza 60% o el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) donde llega a 50%. Sin embargo, esquemas conformados por países en desarrollo como la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC) y la Unión Económica y Monetaria de África Occidental (UEMOA) muestran participaciones del intercambio intrazona cercano al de los bloques de América Latina y el Caribe.
Algunas de las razones por detrás de esta participación relativamente baja de la propia región como destino de sus exportaciones están relacionadas con su dotación factorial y la distancia real existente para comerciar. El primer factor se explica por la concentración de las ventajas comparativas en actividades intensivas en recursos naturales, particularmente en las economías sudamericanas, y en especial en productos agropecuarios, minerales e hidrocarburos. El hecho de que sean abastecedores muy eficientes en el mercado internacional los convierte en competidores. A diferencia de lo que sucede en la Unión Europea o el TLCAN, en los que predomina el intercambio intraindustrial, las estructuras productivas de cada bloque de América Latina y el Caribe tienen muy bajos niveles de complementariedad, lo cual limita la posibilidad de que el comercio intrarregional alcance niveles similares a esos procesos de integración.
El comercio intrarregional de los bloques latinoamericanos es relativamente bajo en comparación con otros esquemas de integración.
Centroamérica es la subregión de América Latina con mayor participación del comercio intrabloque en el total: 22%.
Los flujos de comercio dentro de los esquemas de integración de América Latina y el Caribe están relativamente más concentrados en manufacturas que los envíos al resto del mundo.
El segundo factor se basa en la infraestructura relacionada con el comercio de los países. Ésta se encuentra adaptada al lugar que históricamente han ocupado en la división internacional del trabajo, priorizando el transporte y las vías de conexión con los mercados extrarregionales. En el caso de los centroamericanos principalmente con Estados Unidos, y en Sudamérica también con Europa, y más recientemente, Asia. Por ello, la inversión destinada a facilitar la conexión interna y entre los socios de cada bloque ha sido relativamente escasa y, por ende, existen altos los costos de esa vinculación. Adicionalmente, entre países de algunos bloques como la Comunidad Andina o el MERCOSUR, existen grandes distancias geográficas que actúan como obstáculos para el intercambio intrarregional, lo que es un agravante a la escasez de vías de conexión hacia adentro de cada subregión. Así, pues, la distancia económica entre los países es muy relevante y su abatimiento requiere grandes inversiones en infraestructura que, en principio, no parecen justificarse en función de las señales dadas por la rentabilidad de las actividades destinadas al mercado extrazona.
Más allá de los niveles de participación relativamente bajos –en comparación con otros bloques-, el comercio intrarregional en los bloques latinoamericanos es relevante por su composición. Los esquemas de integración de América Latina y el Caribe muestran un patrón común: las exportaciones a los socios regionales presentan mayor participación de manufacturas que aquellas que se destinan al resto del mundo. Los sectores automotriz y de maquinaria industrial son especialmente relevantes en el comercio intrarregional de los bloques de América del Sur, y los plásticos, papel y cartón, y productos farmacéuticos en Centroamérica.
El comercio de bienes de mayor valor agregado genera beneficios relacionados con economías de escala, externalidades tecnológicas y retornos crecientes dinámicos, entre otros. Además, en muchos casos, el mercado regional ha servido de plataforma para luego comenzar a exportar al resto del mundo los productos que inicialmente solo se colocaban en el mercado regional. De la misma forma, los esquemas de integración actúan como impulsores de las inversiones intra-zona.