Los problemas ambientales que caracterizan la economía global han introducido una percepción de conflicto entre el crecimiento y el bienestar de las sociedades. Este conflicto, sin embargo, no es inevitable. Estamos transitando un cambio significativo desde el modelo de producción fordista, caracterizado por la producción en masa de productos en base a energía y materiales baratos, hacia el paradigma de las tecnologías de la información (TIC), basado en la información, las telecomunicaciones y la microelectrónica a bajo costo. En este tránsito, se están abriendo múltiples oportunidades para el desarrollo sustentable. Las telecomunicaciones y la información a bajo costo permiten el desarrollo de múltiples productos y servicios intangibles; mientras que la producción eficiente a múltiples escalas y un nivel mayor de control de procesos y de materiales posibilitan la generación de valor con un menor uso de materiales. A su vez, la segmentación de los mercados y una mayor inclinación de los consumidores a premiar los servicios y productos amigables con el medio ambiente son incentivos de cambio en la misma dirección. Sin embargo, como en otros periodos históricos, estos cambios no se darán de forma automática. La experiencia histórica indica que el aprovechamiento exitoso de las nuevas oportunidades ofrecidas por las transformaciones históricas depende de la organización y las políticas adecuadas para lograr acciones convergentes entre el gobierno, las empresas y la sociedad
Las problemáticas del desarrollo sostenible asociadas a los costos medioambientales, la desigualdad y, más recientemente, el cambio climático son interpretados por algunos como un conflicto entre el comercio, el crecimiento y el bienestar, que solo podría superarse reduciendo el consumo, el comercio y eventualmente el crecimiento. Pero este conflicto es característico del modelo de producción en masa que predominó en muchas economías durante el siglo pasado y aún predomina dentro de muchas industrias.
Sin embargo, ese paradigma está dejando lugar a otro. Cada medio siglo ha ocurrido una revolución tecnológica. Cada una de estas revoluciones genera cambios en los modelos de desarrollo posibles, planteando nuevas problemáticas, desafíos y oportunidades para pensar el crecimiento y la integración económica de los países. Desde hace unos años, a partir del lanzamiento del primer microprocesador de Intel (en 1971), estamos transitando una nueva revolución tecnológica, basada en las tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs) (Pérez, 2009, 2012, 2013). Al mismo tiempo, estamos siendo testigos de una rápida difusión de otras nuevas tecnologías como la biotecnología y los nanomateriales, los cuales poseen una capacidad transformadora tan profunda como la de las TICs. Para muchos, estas nuevas tecnologías poseen el potencial de liderar una nueva revolución tecnológica en un futuro no muy lejano.
El paradigma fordista estaba basado en la energía barata para el transporte, la electricidad y los materiales sintéticos; mientras que el actual paradigma de las TIC se basa en la información, las telecomunicaciones y la microelectrónica a bajo costo. En este tránsito, por lo tanto, se están abriendo múltiples oportunidades para el desarrollo sustentable.
Una manifestación del cambio de paradigma es la proliferación de certificaciones ambientales (visualización) que expresan el aprovechamiento de nuevas oportunidades que emergen de este. Por parte de empresas e instituciones. Entre 1999 y 2013, el crecimiento del número de certificaciones a escala global fue de 2056%. América Latina fue la segunda región con mayor crecimiento (3100%) superada solamente por Asia Central y del Sur, y en 2013 fue la tercera región con mayor cantidad de certificados, por debajo de Europa y Asia del Este y el Pacífico.
Estos cambios están impulsado cambios en tres planos: la difusión de tecnologías vinculadas a la información y las comunicaciones (TIC), la flexibilización de los procesos de producción y los cambios en las preferencias de consumo.
En primer lugar, el bajo costo del acceso a las TIC está ampliando las posibilidades de generar una infinidad de nuevos productos y servicios intangibles basados en la información, como las innumerables aplicaciones para teléfonos inteligentes y redes sociales, la recolección masiva de datos (big data), la «Internet de las cosas», la impresión 3-D, la robótica, etc. Pero la creciente innovación en intangibles no sucede solo dentro de las TICs, sino que esas tecnologías sirven para que cada industria pueda hacer su propia transformación, aumentando el componente de servicios, reemplazando los productos tangibles por intangibles. Ello ha estado ocurriendo en la distribución del cine, la música, el periodismo y los libros; en la medicina, los servicios personales, la educación, etc. Una indicación de la magnitud de estos cambios es el aumento absoluto y relativo en el comercio de intangibles. En el Reino Unido y EE.UU., las exportaciones de intangibles del año 2013 representaron respectivamente el 25% y el 38% de las exportaciones totales, mientras que para América Latina y el Caribe la participación se ubicó por debajo del 6%. Sin embargo, el crecimiento de las exportaciones de intangibles en nuestra región durante los últimos quince años ha superado las tasas presentadas tanto por EE.UU. como el Reino Unido, mostrando un acelerado desarrollo en la producción y comercialización de intangibles.
1999-2013
1980 - 2011
1999-2013
En segundo lugar, las TIC están promoviendo la instalación de modelos de producción más flexibles, como los controles digitales y el diseño y producción asistida por computadora que permiten reducir el consumo de energía, el uso de materiales y la emisión de contaminantes, entre otros objetivos del desarrollo sustentable. Gracias a estos cambios, fue posible elevar la productividad de los recursos. Entre 1980 y 2011, la productividad material (la cantidad de valor económico generado por cada unidad extraída de recursos naturales) ha aumentado en todas las regiones geográficas, sin embargo, el crecimiento ha sido muy dispar. Europa y América del Norte tienen la productividad material más alta durante todo el período y muestran las mayores tasas de crecimiento (77% y 105% respectivamente); mientras que nuestra región en 2011 tiene la segunda productividad material más baja (superada por África) y fue la región que mostró el crecimiento más bajo durante el período, 3%.
1999-2013
1980 - 2011
1999-2013
Por último, los patrones de consumo y demanda también ha estado acompañando este proceso, dando lugar a tendencias amigables con el medio ambiente, premiando la comida ‘gourmet’ basada en ingredientes frescos, los materiales naturales, el diseño minimalista, las frutas y vegetales orgánicos, lo multipropósito y lo pequeño que se visualiza como “mejor que lo grande” (como en productos TIC). En la actualidad las bicicletas son chic, la energía solar es de lujo y también los autos eléctricos, trabajar desde el hogar es posible y preferible, la interactividad del Facebook es mejor que la pasividad de ver TV, las comunicaciones, las compras, los cursos, y el entretenimiento por la Internet son mejores que los modos tradicionales, etc. El crecimiento en el consumo colaborativo (sharing economy) es solo un signo de estos cambios. Los fenómenos como o bikesharing han mostrado crecimientos exponenciales. Entre 2006 y 2014, la cantidad de personas que han compartido un auto creció en 1300%, mientras que entre 2002 y 2012 los usuarios que compartían bicicletas aumentaron un 7000%.
El cambio en los modelos de producción, consumo e innovación es evidente y está empezando a orientarse hacia el desarrollo sostenible. Sin embargo, el presente de las TIC puede tomar diferentes direcciones de desarrollo, son las fuerzas sociales y las institucionales las que definirán la dirección a seguir y la manera en que se implementará. El verdadero desafío se encuentra en poder diseñarlas políticas, instituciones y regulaciones que permitan realizar un proceso de transición que tenga como objetivo principal alcanzar el desarrollo sostenible.