El sistema multilateral de comercio ha evolucionado desde su creación a mediados del siglo XX, cuando una veintena de países debatían la reducción de aranceles, a su esquema actual en el cual 162 economías discuten una amplia variedad de temas con mayor profundidad. Este proceso ha complejizado las negociaciones y en los últimos 15 años se han registrado pocos avances, dando lugar a una proliferación de los acuerdos comerciales regionales y bilaterales. Con todas sus limitaciones, sin embargo, el sistema multilateral de comercio sigue siendo un ámbito muy valioso para los países de América Latina y el Caribe.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, las principales economías del mundo buscaron diseñar un sistema económico internacional basado en instituciones multilaterales cuyo objetivo era evitar los problemas experimentados en el período de entre guerras. Mediante los acuerdos de Bretton Woods se crearon el Fondo Monetario Internacional y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, destinados a preservar la estabilidad cambiaria y evitar las crisis de balanza de pagos y a financiar proyectos de reconstrucción y desarrollo, respectivamente. Ante las dificultades para consensuar la Organización Internacional del Comercio, se optó por un mecanismo de tipo second best destinado a evitar medidas proteccionistas y políticas de empobrecer al vecino como las de los años treinta. Así, en 1947 se firmó el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés).
Este esquema funcionó durante casi 50 años como sistema de negociaciones multilaterales. La primera ronda de tratativas tuvo lugar en 1947 en Ginebra con la participación de 23 países, cinco de ellos del continente americano (Brasil, Canadá, Chile, Cuba y Estados Unidos). En el marco del GATT se celebraron ocho rondas de negociaciones. Como se observa en la visualización adjunta, a lo largo del tiempo fue creciendo no solo el número de países involucrados en las negociaciones, sino también la cantidad y profundidad de las temáticas abordadas. Las primeras rondas trataron exclusivamente la reducción de aranceles sobre las importaciones de manufacturas, para incorporar posteriormente otros temas como barreras no arancelarias, derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio, la apertura de la contratación pública y el comercio de bienes de interés para los países en desarrollo, como la agricultura o los textiles y confecciones.
El acuerdo de Marrakesh, firmado en 1994, significó la conclusión de las negociaciones de la Ronda Uruguay (iniciada en 1988), y del mismo surgieron una serie de compromisos sobre temas tales como comercio de servicios, propiedad intelectual, barreras técnicas, sanitarias y fitosanitarias, entre otros que afectan de manera directa al intercambio global, junto con convenios de tipo sectorial como el textil y el agrícola. Asimismo, dicho acuerdo dio lugar a la creación de la Organización Mundial de Comercio (que comenzó a funcionar en 1995) y del sistema de solución de controversias que hoy rige en las disputas por temas comerciales entre Estados soberanos.
162 países miembro
95% del comercio mundial
Objetivo: contribuir a que las corrientes comerciales circulen con fluidez, libertad, equidad y previsibilidad
En 2001 se lanzó la llamada Ronda Doha, aún más ambiciosa que la Ronda Uruguay en términos de temas a negociar, la cual debía concluir a fines de 2004. Sin embargo, su desarrollo fue accidentado: en 2003, la Conferencia Ministerial de Cancún concluyó sin declaración por la falta de consenso y fueron excluidos de la agenda de negociación tres de los “Temas de Singapur” (inversiones, defensa de la competencia y transparencia en la contratación pública). Los intentos posteriores por llegar a un acuerdo fracasaron e incluso las negociaciones estuvieron suspendidas por un tiempo.
En la Conferencia Ministerial de Bali, llevada a cabo en diciembre de 2013, se lograron avances limitados en temas muy puntuales, tal como ocurrió con la facilitación del comercio en las negociaciones concluidas en 2013 en Bali. A pesar de ello, la Ronda de Doha sigue sin concluir y no se avizora que ello pueda ocurrir en el corto plazo, dada la existencia de posiciones encontradas en una serie de temas críticos.
Las principales diferencias se encuentran en las negociaciones de agricultura, productos industriales y servicios. Por un lado. Asimismo, algunos países en desarrollo (ej. India) reclaman mayor flexibilidad para proteger a sus productores. Por otro lado, los países más competitivos en la producción de manufacturas y servicios (entre ellos, la mayoría de las economías desarrolladas) demandan mayor apertura de los mercados industriales y de servicios por parte de economías emergentes, lo cual encuentra resistencia de otros miembros de la OMC como Brasil y Argentina. Además, muchos países en desarrollo exigen un trato “especial y diferenciado” en cuanto a la adopción de compromisos en áreas sensibles, como propiedad intelectual, y la ampliación de su “espacio de políticas” en pos de alcanzar los objetivos del desarrollo y la diversificación productiva.
Frente a la falta de avances en la Ronda Doha, en los últimos años se ha ampliado la negociación de acuerdos comerciales regionales que si bien profundizan el nivel de apertura entre los países firmantes –incluso más allá de lo discutido en la OMC-, conllevan el riesgo de una creciente fragmentación de las normas que rigen el comercio global.
A pesar de todas sus limitaciones, la OMC continúa siendo un espacio valioso de negociación, particularmente para los países en desarrollo y resulta de interés preservarlo. Por un lado, el sistema de toma de decisiones (en el cual cada país tiene un voto y las decisiones se toman por consenso) brinda un mayor poder de negociación que el que tienen estos países en muchas tratativas regionales. Además, al negociar conjuntamente con todos los miembros se reducen los costos de transacción respecto de los acuerdos regionales. Por otro lado, el sistema de solución de controversias de la OMC –aunque lento y sin mecanismos de compensación- ha resultado efectivo. Las restricciones al comercio que surjan de aspectos no cubiertos por la OMC no podrán ser cuestionadas ante el organismo, lo cual implica riesgos en términos de falta de transparencia y discrecionalidad.