La relación económica y comercial de América Latina y el Caribe (ALC) con China se profundizó significativamente en la última década. En la actualidad es el segundo socio comercial más importante de la región.
El rápido crecimiento de la economía china y su apertura comercial han tenido un fuerte impacto en ALC, aunque diferenciado hacia adentro de la región. Para los países sudamericanos implicó un nuevo mercado que elevó el volumen y el precio de sus exportaciones. Para México y la Cuenca del Caribe, China es un competidor tanto localmente como en terceros mercados de los bienes que estas economías producen y exportan.
La economía de China ha crecido a pasos agigantados desde 1978, registrando un aumento anual promedio de su producto interno bruto (PIB) de alrededor de 9%. A los tipos de cambio de mercado actuales, China es ahora la segunda economía más grande del mundo, y en términos de paridad del poder adquisitivo ya habría superado a Estados Unidos en 2014, según estimaciones del FMI. El PIB per cápita de China es veinticinco veces más grande que el de 30 años atrás.
Uno de los aspectos más destacados de la creciente importancia de China en la economía mundial ha sido una participación cada vez mayor en el comercio internacional. En la década de los setenta China exportaba menos de US$ 10 mil millones al año y representaba cerca de 1% del total mundial; actualmente las ventas del gigante asiático ascienden a US$ 2,3 billones y explican 12%, situándolo como el principal exportador a nivel global. Por el lado de las importaciones el desempeño ha sido similar, y solo es superado por Estados Unidos.
El desempeño de China en los mercados internacionales se replicó en la relación comercial con ALC. Los flujos comerciales de la región con la economía asiática crecieron a un ritmo casi tres veces más rápido que el intercambio total en los últimos veinte años, posicionándola entre los principales socios comerciales en la mayoría de los países latinoamericanos. La relevancia es mayor en las importaciones, lo que ha generado un déficit comercial con ese país. China es origen de cerca de 15% del total de las compras externas de ALC; en cuanto a las exportaciones el peso ronda 10%. En 1995 ambos ratios apenas alcanzaban 1%.
El comercio tiene un patrón inter-industrial en el que ALC exporta a China principalmente productos básicos y manufacturas basadas en recursos naturales, e importa de ese país, casi en forma exclusiva, manufacturas de diversa intensidad tecnológica.
Por el lado de las exportaciones, el crecimiento de China se ha reflejado en especial en la demanda de productos primarios, lo cual significó que las economías de ALC gozaran de un aumento en los volúmenes y precios de sus productos de exportación. Esto es particularmente cierto para los países de Sudamérica: los más favorecidos fueron los países exportadores de petróleo –en particular Venezuela y Colombia- y minerales –Chile y Perú principalmente por las ventas de cobre y Brasil con el mineral de hierro-, y en menor medida los agropecuarios -Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, a través de la provisión de soja y sus derivados-. En los casos de México y Centroamérica, así como para los sectores industriales del resto de las economías de la región, China también representa una competencia tanto localmente como en terceros mercados, en especial en los rubros textiles y de maquinaria. Las economías del istmo solo han logrado colocar algunos frutos y café entre los productos más dinámicos hacia el mercado chino.
No obstante, cabe aclarar que la mayor parte de los envíos latinoamericanos hacia China están concentrados en un pequeño grupo de bienes primarios y en unos pocos países: sólo diez productos –entre los que se destacan mineral de hierro, soja, cobre y petróleo- y tres países explican tres cuartas partes de las exportaciones. En 2014, Brasil representó alrededor de 40% de las ventas externas totales de ALC a China, seguido por Chile (19%) y Venezuela (13%). Argentina, Colombia, México y Perú, explicaron entre 5% y 7%, cada uno. En algunos de estos productos, como cobre y soja, ALC se ha posicionado como el principal proveedor de China a nivel global.
Las importaciones de ALC desde China se encuentran un poco menos concentradas en términos de países y significativamente más diversificadas en productos. Brasil y México son los principales compradores (cerca de 30% del total cada uno), y le siguen Chile, Argentina, Perú, Colombia y Venezuela con pesos de entre 9% y 5%. Las compras a China están compuestas por productos electrónicos, piezas y partes, así como maquinarias y equipo, además de textiles y confecciones.
China representa 10% de las exportaciones y 15% de las importaciones de ALC
China se encuentra entre los principales socios comerciales en la mayoría de los países de ALC
El comercio de ALC y China sigue un patrón mayormente inter-industrial
Entre los principales desafíos que surgen de la intensa relación comercial de ALC con China se presentan en primer lugar, la concentración en productos básicos que, primero, es altamente vulnerable a la volatilidad de precios –como se está observando desde mediados de 2014-; segundo, no ha contribuido significativamente a la creación de nuevas capacidades tecnológicas en la región; y tercero, tiene competencia significativa de varias economías como Australia, Canadá, Estados Unidos, Japón y Nueva Zelanda, y de países vecinos asiáticos como Indonesia y República de Corea, con la mayoría de los cuales tiene tratados de libre comercio. Considerando que China aplica aranceles relativamente altos, especialmente en productos agropecuarios y con una estructura progresiva, las negociaciones de accesos preferenciales no deberían ser demoradas. De los países de la región, solo Chile, Costa Rica y Perú tienen acuerdo comercial con China.
Por otro lado, el rol de China como exportador de productos manufacturados a ALC implica una fuerte competencia para las industrias exportadoras, en especial la textil y de maquinaria, de gran peso en las economías de México y Centroamérica; y también para las industrias que abastecen los mercados nacionales y regionales, como son los casos de Argentina y Brasil.
Aun así, China debe ser vista como una oportunidad en la medida en que el ingreso familiar siga aumentando y su patrón de consumo se acerque gradualmente al de Occidente, lo cual implicaría cierta sofisticación y mayor variedad en la demanda de los productos de exportación de ALC. En este sentido, un mercado relativamente poco explorado en el intercambio entre ALC y China es el de los servicios, donde se abren numerosas oportunidades en línea con el incremento de la capacidad de consumo de su población, entre las que se destaca el turismo.
Sin embargo, el aprovechamiento de estas oportunidades implica, por un lado, aumentar la presencia en otros segmentos de las cadenas de valor en la producción de bienes basados en recursos naturales, y además, hacerlo a través de una estrategia regional, considerando las dimensiones del mercado chino.
Finalmente, a necesidad de China de garantizar un suministro estable de éstos bienes ha impulsado grandes inversiones en sectores como la minería, petróleo y soja; y en la construcción de infraestructura de transporte y logística. En este ámbito también se presentan desafíos y oportunidades desde la óptica de su orientación sectorial, la facilitación del comercio, la creación de empleo y, en particular, por su impacto medioambiental.