América Latina ha jugado históricamente un papel destacado en los mercados mundiales de commodities. La región contribuye con más de la mitad de las exportaciones mundiales de cobre (57%), soja y sus derivados (56%) y bananos (55%), así como con alrededor de la tercera parte de las exportaciones de productos tales como maíz (36%), azúcar (36%), café (31%) y tabaco (30%). Durante el reciente boom, muchos países fueron capaces de diversificar sus canastas exportadoras hacia bienes basados en recursos naturales con mayor grado de diferenciación, y existen oportunidades para seguir avanzando en ese terreno que requieren de esfuerzos específicos para aprovecharlas.
América Latina ha sido tradicionalmente un proveedor destacado en los mercados globales de commodities. Las exportaciones de esos bienes constituyen una parte significativa de las ventas externas de los países latinoamericanos: de acuerdo con datos de la CEPAL entre 2010 y 2013 los productos primarios representaron, en promedio, el 56% de las exportaciones de la región. Estos productos contribuyen a sostener los procesos de crecimiento a través de la provisión de divisas necesarias para financiar importaciones y otros egresos de las balanzas de pagos.
Más allá de las discusiones en torno a los impactos económicos y sociales del modelo de desarrollo basado en la exportación de commodities, la inserción de América Latina en la economía mundial ha estado históricamente basada en la especialización en productos primarios y derivados, a partir de sus ventajas comparativas. Muchos países de la región se convirtieron tempranamente en exportadores globales de referencia en los mercados de commodities. Ya a fines del siglo XIX Argentina se destacaba en la venta de carnes, Chile fue pionero en exportaciones de cobre y Brasil en café.
En la actualidad, han cambiado los productos principales que la región exporta. En la visualización central se observa la evolución de la participación de América Latina y el Caribe en los mercados mundiales de los doce commodities[1] con mayor peso en el patrón exportador regional. En 2013, la región contribuyó con más de la mitad de las exportaciones mundiales de cobre (57%), soja y sus derivados (56%) y bananos (55%), así como con alrededor de la tercera parte de las exportaciones de productos tales como maíz (36%), azúcar (36%), café (31%) y tabaco (30%). En carne bovina y hierro, la participación se acerca al 25%, mientras que en petróleo, cacao y trigo es menor a 10%.
La participación de América Latina y el Caribe en los mercados mundiales de los 12 commodities seleccionados ha tenido una tendencia general ascendente. En efecto, en la comparación con 1995, se destacan las ganancias en las cuotas de mercado de maíz, soja, cobre, azúcar, tabaco y carne bovina. Se mantuvo estable la cuota en los mercados de trigo y cacao y hubo un retroceso en la participación en mercados de hierro, café, bananos y petróleo.
En 2013 América Latina y el Caribe aportaron más de la mitad de las exportaciones mundiales de cobre (57%), soja y sus derivados (56%) y bananos (55%)
En el mismo año la región generó alrededor de la tercera parte de las exportaciones de bienes tales como maíz (36%), azúcar (36%), café (31%) y tabaco (30%)
Muchos países aprovecharon el boom para diversificar sus canastas de exportación con bienes de mayor grado de diferenciación
Varios países de la región aprovecharon el boom de precios para elevar el número de productos exportados. En años recientes incorporaron a sus canastas exportadoras nuevos bienes en actividades basadas en recursos naturales, tales como los espárragos y la quinoa en Perú, las flores, los brócolis y el mango en Ecuador, las grasas y aceites de pescado en ambos países, el biodiesel y los vinos en Argentina, la madera y la pasta celulósica en Uruguay, las nuevas variedades de fruta en Chile o los jugos de fruta, aceite de palma, panificados, preparaciones alimenticias y salsas preparadas en América Central. La región también aumentó el nivel medio de procesamiento de sus exportaciones de minerales y metales.
Independientemente de la alta volatilidad que exhiben los precios de los commodities, que tiene una influencia decisiva sobre los ciclos económicos de los países de la región, el hecho de que América Latina participe activamente en los mercados mundiales de estos productos es clave hacia el futuro, considerando la creciente demanda mundial de bienes primarios en las próximas décadas.
El crecimiento de los países emergentes y la incorporación de sus habitantes a las clases medias incentivarán la demanda de alimentos y materias primas industriales. El mundo seguirá brindando oportunidades para obtener divisas a través de la exportación de commodities, más allá de que los precios de estos productos probablemente no vuelvan a alcanzar por cierto tiempo los niveles de años recientes.
América Latina y el Caribe no deben desaprovechar esas oportunidades. Los países de la región deben aprovechar las bonanzas para fortalecer las bases de crecimiento de sus economías, mejorando la capacidad de generar conocimiento e incrementando la disponibilidad de capital humano e infraestructura. De esta forma, será posible diversificar las estructuras productivas y exportadoras.
[1] En algunos casos (por ejemplo, soja) para estimar la cuota de mercado de la región se consideran commodities productos en estado primario (poroto) como algunos derivados con cierto grado de elaboración (aceite y harina de soja).