Cuando un gobierno u organismo público publica datos o servicios abiertos, no sólo ofrece la materia prima para la generación de aplicaciones y servicios, sino que en cierta medida, abre sus puertas a que de esos proyectos, vuelvan al gobierno valor e ideas.

La forma más lineal de ver esto es tomando a las herramientas generadas a partir de Datos Abiertos como una forma de tercerización de los costos de desarrollo. Al ser un tercero -sea sociedad civil, empresas o particulares- quien asume el riesgo del proyecto, se puede tomar como un ahorro para el organismo que publica los datos. Sin embargo, esto no debe usarse como forma de evasión de responsabilidades inherentes al organismo. En el caso, por ejemplo, de datos sobre el transporte público, son siempre bienvenidas las aplicaciones que entreguen nuevas formas de acceder a esos datos, pero no exime al organismo generador de cumplir con su rol de brindarlos de forma directamente accesible para el público en general, más allá de los Datos Abiertos.

Desde otro punto de vista, la co-creación se da en lo que los organismos reciben de vuelta de esos datos publicados, a través de quienes los utilizan. Como mínimo, podemos pensar en correcciones y actualizaciones que surgen del uso de los datos en casos reales pero aquellos organismos que tengan una política de apertura más interesante, podrán también interactuar con los usuarios de los datos, intercambiar ideas y en muchos casos mejorar los datos publicados y su forma a partir de esos intercambios, fomentando aún más su adopción. No son pocos los casos donde usuarios de datos en coordinación con organismos acuerdan la publicación de nuevos datos que originalmente no se creían de valor y resultan en nuevos y creativos usos.